Foto: Jacek Jedrzejczak
Respirar ...
sentir el aire y su caricia interna ...
mirar el sol ...
caer ...
y entregarse a ese silencioso zumbido
como un beso frió y envolvente ...
eterno suspiro detenido
que va acariciando mi frente ,
que ha tomado mis manos , como mis anclas.
Caigo como gaviota y me deshago
como el mágico rayo de luz que baja conmigo
perdiéndose en el azul del olvido ,
eterno y de sombras vivas ...
de burbujas de aire desertoras
que alocadas vuelven al mundo de arriba ,
ese que pesa en mis oídos
para recordarme que sigo viva .
Caer y enfrentar el primero de los temores ,
ese oscuro silencio puede ser un muro
si me entrega al miedo ,
ya no hay cielo
donde es arriba ?
ya no necesito ojos ...
solo un recuerdo
para encontrar el camino
....volver .
Por primera vez, aquí está y con alegría, el escrito de una amiga. Ella es Oceanida. Está muy lejos, del otro lado, cruzando las grandes aguas. Y sin embargo está muy cerca, por solidaría y profundamente humana.