Friday, July 28, 2006

THE DAY OF THE DEAD DIVER


Hace pocos días, recibí un mail solicitándome asesoramiento para completar la información de un trabajo artístico relacionado al buzo, de una manera muy particular.
No dudé en prestarle todo el apoyo a mi alcance.

The Day of the Dead Diver


http://www.diadelosmuertos.us/


This is my newest Day of the Dead artwork, “El Buzo” (the Diver). It was actually something a customer mentioned to me in passing several months ago but I fell in love with the idea and kept mulling it over in my head until I got so tired of thinking about it I had to draw it.
My skeleton diver has his mask on, why I don’t really know – he doesn’t need it, but I figured it was like many a thing in our lives that we keep around even though we no longer need. There is some comfort in the familiar – even when the familiar is unnecessary. He is surrounded by seaweed and coral of many shapes and sizes. There is a large fish keeping him company and a school of much smaller fish in the background.
Currently the Day of the Dead Diver is not available but towards the end of summer is should be available in my
limited edition prints along with all my other Day of the Dead (Dia de los Muertos) art.
My thanks to Tony Brochado from Argentina, for your help.

VERSIÓN TRADUCIDA (realizada por Norma Hernandez)

Este es el último de mis trabajos artísticos Día de los Muertos, “El Buzo”. En realidad fue algo que un cliente me mencionó hace algunos meses pero me enamoré de la idea, dio vueltas en mi cabeza hasta que me cansé de pensarlo y lo dibujé.


El esqueleto de mi buzo tiene la máscara puesta, no sé realmente por qué-no la necesita, pero debe ser como tantas cosas en nuestras vidas que seguimos guardando aunque no las necesitemos más. Hay algo reconfortante en lo familiar-aunque lo familiar sea innecesario. Está rodeado de algas y corales de variadas formas y tamaños. Hay un gran pez haciéndole compañía y un grupo de peces más pequeños detrás de él.


Actualmente ese “Día de los muertos”- Buzo, no está disponible pero lo estará hacia el fin del verano en mi edición limitada de láminas-limited edition prints-, junto con otros trabajos artísticos “Día de los muertos”.


Mil gracias a Tony Brochado de Argentina, por tu ayuda.



NOTA DIARIO RIO NEGRO 1ra TINAJA NAUFRAGIO



Domingo 12 de mayo de 2002

Barco pesquero halló una vasija que dataría de la época virreinal

La tinaja, probablemente de origen sevillano, apareció en la red de pesca del buque "Magritte", al este de la Península Valdés. Tratarán de saber si hubo un naufragio en el lugar.

SAN ANTONIO OESTE (ASA)- Una vasija de barro cocido de unos 200 años de antigüedad fue hallada en forma casual dentro de la red arrastre de fondo del buque pesquero "Magritte", que opera desde el puerto de San Antonio Este, ubicado a 60 kilómetros de esta localidad.La pieza, que podría significar de gran valor arqueológico, fue rescatada intacta de entre los peces capturados.El descubrimiento se produjo a unas 120 millas al este de la península Valdés, a unos 100 metros de profundidad.En un primer momento, la tripulación se sorprendió por el hallazgo de la pieza.El cocinero del barco fue quien la guardó cuidadosamente para preservarla durante su viaje de regreso a puerto.Ya en viaje los pescadores intuían el interés que el elemento generaría entre los aficionados al rescate y conservación de testimonios de la historia. Por ello, al arribar a la estación marítima convocaron al experto buzo Luis "Tony" Brochado, quien ha extraído del fondo marino innumerable cantidad de elementos que hoy se exhiben en museos e instituciones locales y en su propia vivienda.Brochado, gratamente sorprendido por el descubrimiento de los pescadores, envió fotografías de la vasija por correo electrónico al arqueólogo Daniel Schavelzon, integrante del staff profesional de la Universidad de Buenos Aires. Ayer, en diálogo con este medio el científico dio algunas precisiones sobre el elemento y estimó la fecha de su origen, entre otros datos que permiten conocer algunas características del objeto.Origen español"Es una tinaja, posiblemente originaria de Sevilla, España, de fines del siglo XVIII o principios del XIX, como máximo", expresó Schavelzon, quien reconoció no obstante, su imposibilidad de profundizar demasiado en información más precisa por las dificultades que presenta el análisis realizado exclusivamente a través de las fotografías."Sin dudas que no es americana. Esta no es una pieza común en la arqueología argentina. Por ello creo que es española. No es una botija ya que ese tipo de recipientes tiene la base más estrecha", informó el arqueólogo.El investigador sostuvo que esta clase de contenedores se usaban para el almacenamiento de conservas y productos aceitosos, aunque no líquidos, ya que por su boca demasiado grande se evaporarían muy rápido. "Tal vez haya sido para guardar aceitunas, probablemente llevando alguna tapa cubierta de tela y atada con un piolín", sostuvo Schavelzon.La tinaja tiene unos 40 centímetros de alto, con una boca de unos 12 centímetros de diámetro y una base cóncava de unos 20. Desde la boca se ensancha en forma pronunciada y luego se hace más angosta a medida que se acerca a la base.Por su parte, Brochado manifestó su esperanza de que junto a esta pieza puedan hallarse otros elementos, por lo que junto a Hidrografía Naval establecerán, mediante los informes del "Magritte", el punto exacto donde fue encontrada la vasija. Se determinará así si existen restos de un naufragio en el lugar.
foto: En primer plano, la tinaja encontrada. Detrás, el buzo "Tony" Brochado, quien ha extraído del fondo del mar numerosos objetos.


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Wednesday, July 26, 2006

MUESTRAS DE UN NAUFRAGIO

1ra. Tinaja que aparece sin detalles en su parte superior.
2da Tinaja con detalles en relieve.Fue encontrada a más de 70 mts igual que la anterior.
Vista de 2da Tinaja entera. Fotos: T.Brochado


El día que me enteré que un barco amigo trajo a superficie, entre sus redes, una tinaja antigua, creo que mi corazón antes que pararse, latió muy, pero muy fuerte.
El barco llegó a puerto, sus tripulantes sabían de mi pasión por la arqueología submarina y me esperaban. Debía contactar al cocinero, mi amigo y “paisano” Leo Méndez. Él fue quien aquella noche en el fragor del trabajo en cubierta corrió para recuperar y proteger al objeto que apenas llamó la atención a los concentrados marineros, jugados por completar bodegas, terminar y volver para estar con sus familias casi brevemente… y un poco más tarde, vuelta al mar.

Leo sonrió, me llevó hasta su camarote y en un rincón, asegurada de los movimientos de la navegación estaba ella. Todavía con ostras y otras incrustaciones en su redondez, era bella. La tomé cuidadosamente. Era pesada, su boca negra y profunda. Acerqué mi nariz por instinto y tenía y seguro que hoy todavía tiene, ese olor muy fuerte a “anchoítas”

Me di cuenta que Leo atesoraba aquella Tinaja, había signos de estar entusiasmado, que se descubría a sí mismo con esa antigüedad, que era de veras importante y la tenía con él.
Allí finalizó mi fantasía de poseerla e inmediatamente le dije: -“Leo!!! Necesitaría sacarle algunas fotos para mandárselas a un amigo arqueólogo y hacerle una réplica.”
-“Pero Tony!!! Llevátela!!! Es tuya!!!” – “No, de ninguna manera,” le dije.
-“Hagamos una cosa. Prestámela por 20 días más o menos.”
-“Bueno…” me dijo. Sentí que en su interior pasaban algunos pensamientos, relacionados con algo de resignación y de pérdida. Hombre de mar ducho en pasar momentos duros de verdad, al fín y al cabo, no sería tan importante aquella pieza que buscan los arqueólogos, gente que estudió pà eso.
Pero yo descubría alternativamente otra situación tan interesante como la Tinaja.
Contra todos los pronósticos, que seguramente tendrían todos los tripulantes, yo apasionado de los objetos extraídos del fondo del mar, amante de sus misterios, difícilmente sería capaz de devolver a los 20 días la Tinaja, a mí querido amigo Leo.
Sin embargo, luego de tenerla en mi casa, de mirarla, de sacarle muchas fotos, de compartirla, de soñarla teniéndola muy cerca, la devolví y me gustó. Fue bueno ver las caras de mis amigos marineros y su capitán y la cara de mi amigo Leo. Perdía algo pero ganaba mucho en los corazones de mis amigos, sin dudas y eso vale, sí que vale.


El que persevera triunfa


Pasaron algunos meses, y sin embargo algo sucedió para decirme que la historia todavía no había terminado. –“Tony!!! Te enteraste? Apareció otra Tinaja!!!” –“Nooo.. ¿En serio?” -“Sí!!! Andá a hablar con el maquinista.”
Otra vez subiendo al barco como flecha, chocándome con dolor con la dura y fuerte estructura, preparada para luchar contra la naturaleza, no para un sensibilizado buzo, más que frágil ante un premio por soñador y apasionado. Pero el maquinista ya no estaba, esperaba en su casa la inmediata vuelta al mar. Nada podía hacer, tampoco era para molestar a nadie, me dije, tratando de construir un poco de sensatez.

Mi trabajo me desconectó de aquel porfiado sueño, de todas maneras en el subconsciente seguía estando. El barco se fue. No sé por qué, de pronto comenzaban a aparecer otros aficionados a la arqueología. Resulta que el maquinista al ver interesado a otro buen amigo y mecánico naval, decidió entregársela.

Al otro día me encuentro con Pedro, -“Tony.. ,”me dice, -“Tengo una farola de bronce antigua..muy linda.” Yo sonreí…y me quedé estudiando y observando de qué se trataba aquello. Pedro era amigo de trabajo de muchos años y sabedor de mi pasión por las antigüedades del fondo del mar. Él tenía la nueva Tinaja, la que le entregó el maquinista, pero nada me decía de ella. Era un momento intrigante, casi interesante. Los pequeños tesoros también disparan situaciones inesperadas. Y ésta era una de ellas.
–“Pedro,” le digo, -“te dieron la tinaja…” –“sí!!!” me dice, mostrándose incómodo. –“Qué bueno!” le digo, sin ocultar mi desazón. –“¿Sabés qué pasa Tony? Mi mujer se re calentó con la tinaja.” -“Ta bien Pedro.” le digo, y continué con mis laburos tratando de ser justo al esforzarme por entender, que en todo caso, él tenía el mismo derecho que yo, y además ver que tuvo la suerte de descubrir la belleza y la importancia de aquel testimonio del pasado.

Por supuesto los días transcurrieron como los del “desamor” pensando que aquella belleza no fue mía, solamente por la mala fortuna, nada más. Un día lo llamo a Pedro y le pido visitar su casa para sacarle algunas fotos a la tinaja. Llegué a su casa, la familia grande me observaba con atención mientras Pedro posaba la tinaja sobre la mesa ancha, rodeada de todos ellos. Sin embargo cuando expresé mi sorpresa al verla más grande y con detalles impresionantes en su parte superior, la voz de su mujer sonó potente desde la cocina, -“La tinaja es mía!!!! Y nadie me la va a llevar!!”

-“OK Pedro, te agradezco mucho, nos vemos.. Chau gente.” Y me fui rápidamente decidido a olvidar. Ya tenía el punto final de aquella historia.
Y me olvidé.

Un día tocó largamente el timbre de mi casa. Me asomé, era Pedro. –“Mirá Tony aquí te traje la tinaja, es tuya, en serio. En el auto está mi mujer. Los dos quisimos traértela, tenela por favor.”
La alegría y la emoción fue inolvidable, mientras escribo me acompaña su figura, sólo debo levantar un poco los ojos y girarlos apenas hacía la izquierda, confieso que todos los días la miro.


La investigación

- “Daniel, encontré un español coleccionista de tinajas, me he comunicado con él.
Vio las fotos de mi tinaja, dice que tiene que ver con "Martabani" o algo así..que se debería comprobar la dureza del gres...para saber a qué temperatura fue cocinada. Él cree que es de origen chino...qué te parece? Dice que muchos buques españoles hacían provisiones en China y luego retornaban por nuestras costas hasta España. Se supone que esta tinaja china venía en un barco español.-“
Comunicación con mi amigo el arqueólogo Daniel Schávelzon.


Datos

Altura: 490 mm
Ancho: 350 mm
Boca: 125 mm exterior / 95 mm interior

De acuerdo a estas medidas esta tinaja era usada para el trasporte de vino y de pescado, esto fundamentalmente por el tamaño de la boca.

Antigüedad aproximada: más de 200 años

Orígenes probables: China o Sur de España

Lugar de hallazgo: zona de pesca lejana, frente a Península de Valdez

Profundidad: 70/100 m



Hasta el día de hoy sigo investigando el origen de estas maravillas.

Sunday, July 09, 2006

Entrevista diario Rio Negro Argentina



Diario Río Negro. Domingo 9 de julio de 2006




ENTREVISTA: TONY BROCHADO


“Los submarinos nazis no están donde dicen haberlos visto”
El buzo sanantoniense habló con “Debates” de su vida bajo el agua y en la charla no pudo quedar afuera su repaso acerca de la recordada búsqueda de los submarinos nazis en Caleta de los Loros, que a finales de los ‘90 acaparó la atención de medios nacionales e internacionales.




Q ué te dejó la búsqueda de los submarinos nazis?–Sobre todo haberme contactado con Mario Markic y después gracias a él con Guillermo Lobo, lo que me permitió tener participación en TN Ciencia. Y se armó una linda cadena que siempre está generando cosas, como cuando vino Cuatro Cabezas a filmar.–¿Te obsesionó un poco la búsqueda?–Y sí, en un primer momento sí.–¿Y al tiempo qué sensación te dejó?–Nosotros después de nuestra búsqueda trabajamos con la Armada. Con el sector más preparado, más tecnificado para este tipo de tareas como es el área de Buceo de Puerto Belgrano. Vino el aviso Gurruchaga, gente que había encontrado el Altair. Todo el trabajo de la Armada sirvió para constatar que todo lo que habíamos hecho nosotros acá, con mis compañeros, estaba bien hecho. Donde nosotros encontramos resonancia magnética ellos también lo encontraron. Los resultados daban igual.–¿Y cuáles fueron esos resultados?–Yo te puedo decir que en el área específica de Caleta de Los Loros no hay nada. Puede haber más al Norte o más al Sur, más hacia San Antonio o más hacia Viedma, pero enfrente no hay nada.–Es decir, ¿donde dicen los testigos que lo habrían visto para vos no están?–No hay nada. Y nadie quiere decir esto. Yo recuerdo productores y periodistas que me han dicho que no sea tan terminante. Alguno me dijo no me pinchés el globo. El único serio en esto es Mario Markic. Me aclaró que él no hace un trabajo científico, sino que sale a buscar testimonios y trabaja sobre el misterio. El me dijo que no hace un trabajo de arqueólogo. Ahora sí te puedo decir que hay submarinos hundidos en las aguas patagónicas. La otra parte de la historia que dice que hubo submarinos nazis aquí es cierta. Pero bueno, la búsqueda de los submarinos me ha servido para vincularme con tanta gente buena...–¿Tenés ganas de hacer una nueva búsqueda, ya no en Caleta de los Loros sino en algún otro punto?–Yo lo haría, lo que pasa es que he comprobado que es más redituable hacer el show y no un trabajo sistemático. Los antecedentes de las búsquedas en el mundo son de muchos años. Nadie encuentra un naufragio de un día para el otro. Es sacrificio. Encontrar un naufragio importante significa a veces dedicar toda tu vida a eso. Yo lo volvería a hacer si hubiera una empresa a la que le interese. Pero quién puede tener recursos para afrontar semejante búsqueda. El tiempo que viene va a facilitar las cosas, mediante imágenes satelitales tal vez se pueda alguna vez llegar a descubrir parte de este misterio. Soy optimista, en algún lugar de la costa patagónica van a aparecer.

VIDA BAJO EL AGUA, PARA VALIENTES

–¿Qué es ser buzo?–Ser buzo es una opción de vida. El 90% lo es porque adora esta profesión. Están los que lo hacen alguna vez al año, en vacaciones. Están los que lo hacen como herramienta para otro trabajo, como los biólogos. Están los marisqueros, que muchos de ellos lo hacen por necesidad. Y estamos aquellos que de chicos empezamos a vislumbrar el deseo de dedicarnos al buceo profesional, aprender de soldadura, salvamento, reparaciones de buques en muelle. Siempre que me preguntan: “¿Qué puedo hacer para ser buzo?” Y si te gusta vas a encontrar el camino.–¿Ser buzo te da otra mirada del trabajo?–Te da cierta dosis de tranquilidad y frialdad. El buzo está formado a ese nivel, el que trabaja profesionalmente bajo el agua sabe que tiene que estar preparado para la emergencia.–¿Has tenido que enfrentar riesgos?–Muchísimas veces. Fundamentalmente hay que ser responsable. Lo primero es la aptitud física. Luego, una vez que estás abajo del agua, hay que tener un conocimiento pleno de los accidentes que pueden ocurrir. Tener esa cuota de frialdad que te puede salvar la vida.–Recordanos alguna experiencia de riesgo.–Una vez con mi compañero Sandro Acosta estábamos haciendo unas muestras cerca de El Buque –al sur de Las Grutas– a unos 25 o 27 metros de profundidad y se cortó el aire de superficie, y tenía que salir.–¿Estaban con mangueras?–Sí, y con un compresor en superficie. Yo tenía que tirar una transecta en el fondo para hacer que se juntara allí la fauna. Cuando se cortó el aire, yo esperé porque por lo general se corta por un momento y enseguida vuelve.–Cuando pasa eso, ¿te das cuenta enseguida?–Sí, porque hace como una especie de ventosa. Esperé y empecé a tratar de preparar la salida. Hay que estudiar que en el terreno no haya nada que te enganche. El cabo, la transecta no estaba extendida. Estaba como flotando, así que me enredó el regulador –elemento del buzo que va en la boca y que regula el paso del aire–. Yo estaba con un traje seco sin demasiado aire, así que estaba con presión negativa.–¿Sería un exceso de peso que te mantiene en el fondo?–Exacto, y cuando fui a salir di dos o tres patadas con las aletas y no me despegaba. Los segundos ahí pasan como el viento. Entonces me pongo en cuclillas y digo: el último esfuerzo va ser para despegar. Una vez que subiera sabía que el traje se iba a inflar por la menor presión.–Y eso haría más fácil la salida.–Claro. Y lo logré. Pero si me hubiera desesperado hubiera muerto. Pude ir exhalando suavemente a medida que subía. Después de que se solucionó el problema en superficie, a los cinco minutos, volví al fondo para regularizar todo el organismo tras esa salida imprevista.–Esos son imprevistos de origen artificial, planteados por los equipos que ustedes usan. Pero la naturaleza también debe plantearles situaciones de emergencia...–Yo no tuve la suerte que tuvieron mis amigos de encontrarme con orcas. Eso hubiera sido fascinante. Sí me he encontrado con tiburones. Una vez estábamos marisqueando en el Fuerte Argentino. En la última parada de descompresión a unos tres metros de profundidad, el Tana, un buzo amigo, me hace señas para que mire hacia atrás. Era un tiburón. Bastante grande. Llegó y casi me toca y después empezó a girar alrededor nuestro, incluso Tana salió como corriendo al tiburón, fue una cosa casi graciosa.–¿Pero qué se siente en ese momento? ¿No intentás salir?–A mí me entusiasma obsesivamente informarme y en toda esa gama de información está cómo uno debe comportarse ante esas situaciones. Y el trabajar en Biología Marina ha hecho que me haya llegado una información buena sobre los animales, que hace que uno sepa que hay que quedarse a disfrutarlo. El miedo viene por el desconocimiento.–¿Enfrentar con frecuencia situaciones de riesgo te da otra valoración de la vida?–Sí. Uno valora la vida, porque el buzo cada vez que sale del agua siente una gran satisfacción. No es que no disfrute cuando se mete, pero cuando salís sentís satisfacción porque por más que nosotros queramos ser hombres peces, no lo somos. Le da más valor a las cosas simples de la vida.

EL ELEGIDO

Pelo largo entrecano y barba tupida cubren casi la totalidad de su cabeza. La sostienen sus anchos hombros en los que suele cargar los tubos de aire para cada inmersión. Mirada alegre, tono amigable y paso ágil le permiten aparentar menos años que los que tiene. En su casa lo rodean tinajas, botellas antiguas, restos de barcos y obras de arte.Tony Brochado nació en Salto Uruguay hace 50 años. Y a principios de los 70 llegó a la Argentina en busca de un futuro mejor. En el 87 se radicó en San Antonio y pocos años más tarde ingresó al Instituto de Biología Marina y Pesquera “Almirante Storni” para trabajar como buzo. Además tiene una pequeña empresa particular con la que realiza reparaciones subacuáticas a los barcos mercantes que atracan en el Puerto del Este. Le gusta contar historias, escribe poemas y toca la guitarra. Despunta el vicio de escribir sus experiencias bajo el agua en su blog: http://www.vidadebuzo.blogspot.com

Vivir bajo el agua

Una vida bajo la superficie marina le han dejado a Tony Brochado cientos de anécdotas, algunas cómicas, otras riesgosas , pero siempre fascinantes: –Una vez habíamos salido desde Las Grutas con Sandro. Hicimos una navegación de 45 minutos más o menos y se nos rompe la pata del motor, a 7 millas de Las Grutas y a tres de la costa más cercana. Y con marea bajante. Remolcamos el gomón, trepando por el fondo, como si fuera un montaña cuya cima estuviera en la costa. Nos atamos unos cabos al gomón e íbamos acostados agarrándonos de las piedras.–¿Cómo si ustedes fueran el motor de la embarcación?–Claro. Y así llegamos a la costa. Llegamos de noche y veíamos las luces de la costa. Nos comimos las muestras, vieiras crudas y ostras, porque teníamos mucho hambre.–¿Cómo es bucear de noche?–A mí me gusta mucho. Yo tengo un casco con luz en la cabeza tipo minero que me permite ver explosiones de colores.–¿Te da más placer bucear a baja profundidad?–El mejor buceo es a poca profundidad. Más profundo hay otras sensaciones. Cuando hicimos el estudio de impacto ambiental para Alpat tuve que bucear en el canal de Punta Villarino a más de 40 metros. Y ahí es otra sensación: de quietud, uno ve grises, cangrejos araña en el fondo, piedras.–¿Qué es un naufragio para un buzo?–Y es su sueño, su obsesión, su objetivo final. A mí me obsesiona y me fascina. Cada vez que he podido he buceado en naufragios. –¿Dónde fueron tus primeras experiencias en barcos hundidos? –En Salto en el barco el Surubí. Era un buque a paleta como los del Mississippi. Eramos muy chiquitos y buceábamos a pulmón. Sin luneta ni nada. Nos metíamos en la sala de máquinas del barco con una visibilidad de 50 centímetros. –¿Alguna vez encontraste un buque hundido que nadie hubiera hallado?–Sí, en la zona de Isla León cerca de Camarones. Andábamos buscando un submarino. Y, después que terminamos, empezamos a averiguar y nos contaron de otros barcos hundidos. Y fuimos y encontramos una botellita. Al tiempo volví, con Luis Echave que es un apasionado de la historia y averiguamos que se trataba de un barco que se hundió en 1814, que tenía de capitán a un tal Moore y estaba estudiando las nacientes del río Chubut cuando el barco se le hundió. –¿Se alcanza a ver qué tipo de barco es?–Está parte del casco de madera. A un barco debajo del agua cuando tiene más de cien años puede haber gente que le pase por encima y no se dé cuenta qué es. Porque se mimetiza con el fondo: se le adhieren tantas cosas que no se nota lo que es. –¿Tenés aspiraciones de nuevos hallazgos?–Estoy entrenando gente para que me reemplace en mi trabajo y cumplir algunos sueños. Quiero realizar varias búsquedas en algunos puntos de la Patagonia de donde hemos obtenido algunos datos.